En la madrugada del viernes por la mañana, el equipo argentino de la Copa Mundial regresó a sus instalaciones de entrenamiento en Bronnitsy, a pocos kilómetros de Moscú, en casi completo silencio, el funeral del estado de ánimo. Las esperanzas del país en la Copa Mundial pendían de un hilo: no de ganarla, sino simplemente de clasificarse para las rondas eliminatorias, de evitar una inmensa vergüenza.

Una aplastante derrota por 3-0 ante Croacia en Nizhni Nóvgorod el jueves dejó a Argentina en manos de otros para mantenerse con vida en el torneo: el entrenador del equipo, Jorge Sampaoli, y sus jugadores deben vencer a Nigeria en su último partido, y esperar que Islandia -la nación más pequeña en clasificarse para la Copa Mundial- no gane a Croacia.

Nueva decepción para la hinchada

Así no es como se suponía que iba a ser el verano en Argentina. Con el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, una falange de delanteros sobresalientes y un entrenador con un buen historial a nivel internacional, Argentina llegó a Rusia con la esperanza de superar a Brasil hace cuatro años, cuando perdió en la final, y de ganar su primer Mundial desde 1986. Entonces, ¿qué ha salido mal y qué se puede hacer al respecto?

¿Tiene sentido echarle toda la culpa al entrenador?

En su conferencia de prensa posterior al partido del jueves, Sampaoli apenas pudo levantar la vista para enfrentarse a sus interrogadores. En media docena de ocasiones, tal vez más, dejó claro que sólo una persona debía responsabilizarse por el hecho de que Argentina estuviera al borde de la eliminación: él.

«Si hubiera hecho las cosas de otra manera, podrían haber salido mucho mejor», dijo. «Probablemente no entendí el partido como debía.»

Sampaoli cometió errores, sin duda, en la selección de jugadores, en la táctica, en la preparación. Después de su empate con Islandia en el primer partido, los jugadores argentinos sólo tuvieron tres sesiones de entrenamiento para acostumbrarse al sistema que Sampaoli introdujo para el partido contra Croacia, el oponente más peligroso del grupo argentino. También lo parecía: contra Croacia, Argentina tenía una defensa a la izquierda expuesta, un mediocampo invadido y un ataque sin filo.

¡Este combinado necesita un líder!

También hubo un fracaso emocional. El estilo de Sampaoli siempre se ha basado un poco en el caos organizado: fue la implacabilidad de sus equipos chilenos lo que lo llevó a tener tanto éxito con ese país, y en gran medida lo llevó a que le dieran el puesto en Argentina. Contra Croacia, sin embargo, se necesitaron cabezas más frías, sobre todo después de quedar rezagadas en circunstancias tan inesperadas, por un error del guardameta. Sampaoli no hizo nada para ayudar. Se lanzó sobre los jugadores atacantes aparentemente al azar, con poco diseño aparente y sin un final obvio. Se mostró incapaz de pensar cómo salir del problema.

Diego Simeone, entrenador del Atlético de Madrid, lo describió como «caos», señalando una «falta total de liderazgo» en un mensaje de WhatsApp a su ayudante, Germán Burgos, que de alguna manera se volvió viral. Simeone, que disputó tres Copas Mundiales con Argentina, había sido uno de los aspirantes a hacerse cargo de la selección nacional antes de que Sampaoli asumiera el cargo.