Hoy por hoy son millones las personas en todo el mundo que no imaginan la vida sin fútbol. El deporte rey se ha convertido en el más popular de todo el planeta, llegando a cotas inimaginables por el resto de deportes, abriendo fronteras, expandiéndose por todos los continentes, desde el estadio de Wembley en Londres hasta los campos más modestos en las islas del Pacífico, desde los primos encuentros en Europa hasta el Mundial de 2010 en Sudáfrica, el primero que se jugaba en el continente africano. El fútbol levanta pasiones y es hoy por hoy una auténtica religión para muchos, pero esto no es fruto de una casualidad, de la suerte, o mucho menos de una moda. La historia y la evolución del balompié desde hace un siglo y medio es la causante de que hoy disfrutemos al máximo de este deporte como lo hacemos, pero no ha sido fruto de un día.
El fútbol es ese deporte que crean los ingleses, perfeccionan los europeos y revolucionan los sudamericanos. Una actividad en la que se involucran millones de personas en todo el mundo, a nivel tanto profesional como amateur, que supone una industria en sí misma cuando se celebran grandes campeonatos como las Eurocopas o los Mundiales, los eventos deportivos más vistos en todo el planeta. El fútbol, para muchos, ha pasado también a ser un negocio, algo casi irremediable en la sociedad en la que vivamos, donde cualquier evento grande puede hacer que mucha gente se lucre. Hay quien piensa que se han perdido los objetivos primigenios de este deporte, la caballerosidad, la valentía, el sacrificio, el compañerismo… Pero para saberlo debemos ir al origen de esta práctica deportiva y conocer, de primera mano, qué es lo que hizo que el fútbol consiguiese tanta popularidad ya en el siglo XIX.